miércoles, 14 de enero de 2009

ECOS


Una vez colgado el teléfono, las lágrimas, el llanto y la confusión se estaban haciendo presentes en cada casa, como una marea de tristeza, en caso se pudiera ver o mejor escuchar desde un helicóptero, puesto que de una u otra manera, la marea era ordenada: Cada uno recibía una llamada, luego colgaban, después el hombre, mujer, joven, viejo, rico, pobre, hetero, homo, de quien en vida fuera, empezaba a paranoiquearse, para terminar hablando solos. Esto se podía escuchar como digo, desde alguna nube voladora o alfombra mágica, ya que la gente no lo decía para sus adentros, sino que lo gritaba, algunos desde sus ventanas preguntaban ¿Quién anda allí? Y lo demás ya se sabía, histeria total en la ciudad, aunque, como ya les dije, la marea de tristeza siguió expandiéndose llamada, locura y llanto— en ese orden. Y por qué digo Marea y no Eco, por el simple hecho de que soy un borracho y me gusta el mar, aunque el aire también es chévere, lo único malo es que no puedo volar, sin embargo con un poco de algas parásitas fermentadas, cualquier cosa puede suceder.

Creo que estoy recibiendo una llamada.

Ahora vuelvo.


Photobucket